El OBERIU avanza
como un nuevo destacamento del arte revolucionario de izquierda y no se limita
a la temática y las cumbres de la creación artística: busca una nueva y
orgánica percepción del mundo y sus objetos (…) Somos los poetas de una
concepción reciente del mundo y de un arte original (…) Nuestra voluntad de
crear es universal. Absorbe todos los aspectos del arte y penetra con violencia
en la vida, englobándola por todas partes (…)
Extracto del Manifiesto del
OBERIU
En 1928 Daniil Jarms,
junto con Alexander Vvdenski, funda OBERIU (Объединение реального
искусства), en español “Asociación para un Arte Real”. Se trató del último y
más radical movimiento de vanguardia rusa compuesto por escritores, músicos y
artistas en los años 20 y 30 del siglo pasado, agrupados contra la
marginalización de los grupos de izquierdas y el declive de la cultura avant garde de Leningrado. La intensa
centralización de la Cultura Soviética había comenzado. En ME LLAMAN CAPUCHINO
se incluye una de las cartas de Jarms a su amigo
Vvedenski:
CARTA A
A. I. VVEDENSKI
Querido Aleksandr Ivánovich:
He oído decir que estás ahorrando dinero, y que ya has ahorrado
treinta y cinco mil. ¿Con qué fin? ¿Para qué quieres ahorrar ese dinero? ¿Por
qué no compartes lo que posees con aquellos que ni siquiera tienen unos
pantalones de sobra? Al fin y al cabo, ¿qué es el dinero? Yo he estudiado esa
cuestión. Tengo fotografías de los billetes de las denominaciones más comunes:
de un rublo, de tres, de cuatro y hasta de cinco rublos de valor. ¡He oído
decir que hay billetes cuyo valor asciende a treinta rublos! Ahora bien,
ahorrarlos, ¿para qué? Yo no soy ningún coleccionista. Siempre he despreciado a
los coleccionistas, esa gente que reúne sellos, plumillas, botones, relojes de
bolsillo y demás. Es gente estúpida, obtusa y supersticiosa. Sé, por ejemplo,
que los llamados «numismáticos» se dedican a acumular monedas y tienen la costumbre
supersticiosa de ponerlas... ¿dónde dirías?... No en una mesa, ni en una caja,
sino... ¡en libros! ¿Qué te parece? Pensar que ese dinero podrían cogerlo y
llevarlo a una tienda a cambiarlo, no sé, por sopa (un tipo de alimento) o por
mújol en salsa (otra especie de comida).
No, Aleksandr Ivánovich, tú eres una persona casi tan despierta
como yo, y resulta que ahorras dinero en vez de canjearlo por otra serie de
cosas. ¡Perdóname, querido Aleksandr Ivánovich, pero eso no es nada sensato!
Sencillamente, te has atontado viviendo en provincias. Seguro que no tienes ni
con quién hablar. Te mando mi retrato para que al menos puedas tener delante
una cara razonable, cultivada, inteligente y atractiva.
Tu
amigo Daniil Jarms,
«Finales
de los años 30»
Las provocadoras
representaciones (circenses, teatrales, poéticas) del OBERIU rápidamente
adquirieron notoriedad en la escena cultural de Leningrado. Yelizaveta Bam, pieza teatral de
Jarms, vaticina lo que luego será denominado Teatro del Absurdo. Ausente en ME LLAMAN CAPUCHINO, estará incluida en el nuevo trabajo sobre Daniil Jarms que Automática publicará más adelante. La heroína de
la obra es una adolescente, Yelizaveta, que desde el principio es perseguida
por dos figuras del orden, acusada de un crimen que jamás cometió. Yelizaveta
tratará de escaparse para evadir el
castigo, pero también intenta zafarse
bromeando con sus perseguidores. Esto funciona en un primer momento, y
la tensa expectación de un desenlace horrible se hace añicos en una suerte de
juego circense entre los
perseguidores, Yelizaveta y sus padres. Pero, a pesar de los juegos y las bromas,
el propósito de los perseguidores nunca desaparece y la obra termina con la
detención de Yelizaveta Bam.
YELIZAVETA BAM
(Una habitación pequeña, poco
profunda y sencilla.)
1.
Yelizaveta Bam: En
cualquier momento va a abrirse esa puerta y van a entrar... Van a entrar sin
falta, quieren atraparme y borrarme de la faz de la tierra. ¿Qué es lo que he
hecho yo? Si lo supiera al menos... ¿Y si intento escapar? Pero ¿por dónde? Esa
puerta da a las escaleras, y en las escaleras me cruzaría con ellos. ¿Por la
ventana? (Se asoma a la ventana.)
¡Huy, qué alto! ¡No hay forma de saltar! ¿Qué puedo hacer?... ¡Eh! ¡Unos pasos!
¡Son ellos! Voy a echar el cerrojo y no pienso abrir. Que llamen cuanto
quieran.
(Llaman a la puerta.)
Una voz (amenazante): ¡Yelizaveta Bam, abra! (Una pausa.) ¡Yelizaveta Bam, abra!
Una voz más lejana: ¿Qué hace que no
abre?
Una voz detrás de la puerta: Abra,
Yelizaveta Bam, abra.
(Yelizaveta Bam se echa en la cama y se tapa
los oídos. Hablan dos voces detrás de la puerta.)
Primera voz: ¡Yelizaveta Bam, le ordeno
que abra de inmediato!
Segunda voz (en voz baja): Dígale usted que, si no, echaremos la puerta abajo.
Déjeme intentarlo.
Primera voz (en voz alta): Vamos echar la puerta abajo si no abre usted ahora
mismo.
Segunda voz (en voz baja): A ver
si no va a estar...
Primera voz (en voz baja): Sí
está. ¿Dónde iba a estar si no? Ha subido corriendo por las escaleras. Aquí
sólo hay una puerta. (En voz alta.)
Yelizaveta Bam (Yelizaveta Bam levanta la
cabeza), se lo digo por última vez, abra la puerta. (Una pausa.) Derribe la puerta.
(Con un ritmo aliterativo, intentan derribar
la puerta. Yelizaveta Bam corre hasta el centro del escenario y se queda
escuchando.)
Segunda voz: ¿No tendrá usted una
navaja?
(Un golpe. Yelizaveta Bam está escuchando,
con los hombros echados hacia delante.)
Primera voz: No, pruebe con el hombro.
Segunda voz: No hay manera. Un momento,
voy a probar otra vez.
(La puerta tiembla, pero no cede.)
Yelizaveta Bam: No voy a abrirles hasta
que me digan qué es lo que pretenden hacer conmigo.
Primera voz: Usted ya sabe lo que le
espera.
Yelizaveta Bam: No, no lo sé. ¿Quieren
ustedes matarme?
(Hablan las dos voces a la vez.)
Primera voz: ¡Usted se merece el peor de
los castigos!
Segunda voz: De todos modos, no podrá
usted escapar.
Yelizaveta Bam: ¿Podrían ustedes decirme
de qué soy culpable?
Primera voz: Usted ya lo sabe.
Yelizaveta Bam: No, no lo sé. (Da una patada en el suelo.)
Primera voz: Permita que no la creamos.
Segunda voz: Es usted una delincuente.
Yelizaveta Bam: ¡Ja-ja-ja-ja! Y, si ustedes me matan,
¿tendrán la conciencia tranquila?
Primera voz: Hacemos esto según nos
dicta la conciencia.
Yelizaveta Bam: En tal caso, siento
decirles que no tienen ustedes conciencia. (Atraviesa
el escenario a la carrera.)
(…)
Las representaciones lo mismo tenían lugar en teatros
que en cárceles, y las actividades del OBERIU fueron tachadas de “hooliganismo
literario” por la cada vez más conservadora prensa de finales de los años 20.
En la década de los 30 la situación se recrudeció y sus miembros y
colaboradores comenzaron a ser detenidos. Daniil Jarms acabaría sus días en un
psiquiátrico durante el asedio nazi, muriendo de inanición en 1942.